Walking Therapy

Terapia caminando

 En 1982 en Japón, La Agencia Forestal introdujo la recomendación del baño forestal (Shinrin-yoku) como práctica saludable para una población cada vez más estresada y desconectada de la naturaleza. Shinrin yoku es una práctica que consiste no solo en pasear por el bosque, sino en sumergirse en él con los cinco sentidos. El éxito fue tal, que entre 2004 y 2014, el gobierno japonés ha consagrado más de 4 millones de dólares a investigar los efectos fisiológicos y psicológicos de estos baños de bosque.

 Los estudios demuestran que una practica de 30 minutos tiene efectos significativos a nivel de reducción del cortisol en la saliva —que correlaciona con estrés—, disminuye la tasa cardíaca y la presión arterial debido a la activación del sistema parasimpático (Li et al 2008, Lee et al 2009, Takayama et al 2014). Un fin de semana en el bosque aumenta significativamente la activación inmunológica (Qing Li, 2009).


 En Occidente, de forma paralela, los estudios siguen arrojando evidencias de los efectos benéficos de la naturaleza (Kaplan 1995, Berman et al 2008, Faber Taylor 2009). Los paseos en un medio natural han demostrado efectos positivos en la memoria a corto plazo, en depresión, estrés y aporta bienestar, así como aumenta la facultad de resolver problemas de forma creativa (Atchley et al 2012).

 En torno al año 2005 en New York, surgen los primeros terapeutas que salen de su consulta con sus pacientes —en Central Park— para un Walk and Talk. Esta terapia conjuga el ejercicio de caminar, la escucha activa y el contacto con la naturaleza. El terapeuta guía al paciente en este proceso de forma menos directiva, acompañándole a descubrir sus recursos y ampliando su perspectiva y enfoque del problema.

 En mi experiencia con pacientes, la combinación de técnicas de Mindfulness y Terapia caminando aporta una rápida disminución del estrés y estados de angustia, ayuda a relativizar algunas situaciones percibidas como irresolubles, es un buen entrenamiento para aprender a soltar la necesidad de controlarlo todo —fuente de gran estrés y frustración— y con frecuencia se desbloquean situaciones estancadas abriendo nuevas vías de trabajo.

 También es un entrenamiento para que el propio paciente pueda beneficiarse de esta técnica por sí solo, sin la intervención del terapeuta.